domingo, 25 de diciembre de 2011

RELATO DE ELECTRICA PARA MI CONCURSO

En esta entrada os voy a colgar el relato con el que participa Electrica en mi concurso de navidad.
Espero que os guste.



EL PUEBLECITO

Era un pueblecito pequeño, perdido por esos montes. De esos con pocas casas y menos habitantes aún. De los que se consideran con muchas carencias, pero a los que les encontramos un "no sé que" especial que invita a quedarse, desoyendo a la razón.


Allí, parecía que el tiempo transcurría más lento, y al atardecer, los niños jugaban libremente por las calles empedradas, los perros y gatos tomaban el sol a sus anchas y sus gentes, (unos mejor que otros, claro) prácticamente se auto-abastecían de lo básico con sus cosechas y animales. Para lo demás, un viajante los visitaba una vez al mes.


Cuando llegaron los rumores de que venía la carretera, nadie prestó atención. Y aunque la tranquilidad se vio algo afectada por los domingueros ocasionales, se compensó con la mejora de los servicios y los nuevos comercios que florecieron abonados por las compensaciones de las expropiaciones para su construcción.


Pequeñas huertas dieron paso a nuevas casas pues la población poco a poco iba en aumento. Los grandes hacendados vendieron sus tierras a unos promotores, y con el dinero construyeron un gran almacén donde se encontraba de todo un poco, dejando de ser necesario el viajante.


Sin darse cuenta se renunciaron a algunos placeres sencillos, pero en eso consiste el precio del progreso, ¿no?. Todavía se podía considerar un pueblo pequeño, conservador de ciertos encantos, como tomar el fresco charlando a las puertas de las casas en verano. La carretera trajo cambios, pero en el fondo la forma de vida no cambio tanto, aún era un lugar poco conocido que invitaba al viajero a detenerse, a disfrutar de su calmado ambiente y quizás eso atrajo más visitas efímeras y pronto hubo donde alojarse... y los turistas se multiplicaron... y las estancias se alargaron...


Y así llego de pronto el día en que aparecieron los camiones y la maquinaria, y en los campos que comprara la promotora se levanto una gran urbanización. Y esta se lleno de gente nueva, con nuevas costumbres. Veraneantes de ciudad.


Así transcurrieron los años, años estupendos, la urbanización fue apodada "La fantasma", pues permanecía abandonada casi todo el año. Pero en el fondo para los lugareños estaba bien así. Con la llegada del buen tiempo tenían gentes nuevas con quienes hablar y hacer sus fiestas, y cuando se empezaban a agobiar de tanto coche y jaleo llegaba el reparador invierno y recuperaban parte de su antigua calma.


Pero al fin llegaron las consecuencias, igual que las ondas en un estanque tras arrojar una piedra, los comercios prosperaron tanto que trajeron frutas y hortalizas más baratas y se paso a cultivar cada vez menos. Además quedaban pocos pastos y por tanto menos ganado, que por otra parte ya no era rentable. Muchos cambiaron su forma de ganarse la vida y cubrieron de hormigón y asfalto sus estupendos campos... Pero los turistas, decepcionados apenas si paraban, el lugar que buscaban ya no existía.


Los precios subían y subían, mientras los negocios cerraban unos tras otros. Muchas casa fueron abandonadas y finalmente, los escasos agricultores tuvieron que marcharse, en busca de lugares más baratos donde vivir.


Cuando pasen por allí, verán un gran pueblo fantasma con una hermosa urbanización, toda en venta, porque ¿A quién le apetece veranear dónde por no haber no hay ni gente?.

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